Diciembre
Teníamos hambre, ganas de acabar con todo. Entregados al destino de la manada corrimos hacia el humo, directo a los tiros. El sol nos quemaba los ojos y la piel; era un sol viejo en un cielo viejo, negro como el asfalto. Nuestros cuerpos sudaban pizza y cumbia villera. Nuestros huesos no aguantaron y se quebraron al atravesar el vidrio de un banco cuando llegó el galope de un caballo y volaron piedras hacia adelante.¿Y después? ¿Importa el después? Si el fervor del estallido tan solo es un recuerdo del futuro y una predicción del pasado, la continuidad de una lucha que no tiene principio ni final. Matamos y morimos.
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